Bloodline

Estreno de Bloodline; Netflix vuelve a acertar con un drama sólido

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¡PUEDEN HABER SPOILERS!

«A veces sabes que algo se avecina… y no hay nada que puedas hacer para detenerlo «, sentencia el personaje de John Rayburn (Kyle Chandler) en la voz en off que nos introduce en el nuevo drama Bloodline, que Netflix estreno ayer Jueves 20 de Marzo. Una frase que es toda una declaración de intenciones y que marca un arranque más que prometedor.

Anclado profundamente en los fangosos pantanos de los Cayos de Florida, este nuevo drama de los creadores de Damages comienza cuando los Rayburn se reúnen para el 45 aniversario del hotel propiedad de sus padres, Sally (Sissy Spacek) y Robert (Sam Shepard). Desde el principio, hay tanta tensión entre el hijo drogadicto de los Rayburn Danny (Ben Mendelsohn) y todos los demás, marcando una pauta en la que sólo parece que la cosa puede ir a peor, sin que esto signifique que estamos ante un comienzo decepcionante, sino todo lo contrario. El primer episodio de Bloodline no sólo concentra un conflicto patente entre los miembros de una familia sino que va avanzando la tragedia a través de una serie de «flash forwards» que provocan ganas de seguir adelante y así Netflix de nuevo lo consiguen, queremos seguir viendo el resto de la temporada.

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Netflix es famosa por sus «cliffhangers», gracias a escenas dramáticas y sorpresas de última hora como las de House of Cards, pero lo que hace diferente a Bloodline es que para el momento en el que hemos acabado el piloto, y con ganas de más, ya sabemos lo que va a suceder y por ello se agudiza más la tensión. ¿ Esa sensación de temor rastrero que John siente? Resume la experiencia de ver este thriller apasionante.

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Bloodline no es el único drama reciente que tenemos para explorar el lado oscuro de las lealtades familiares (el co-creador Todd A. Kessler ya tocó este tema brillantemente como guionista de Los Soprano) pero sí que parece saber o tener la clave de como crear verdadero suspense a la hora de mostrar cómo esas lealtades cambian. Tras hacer un brindis en la reunión, Robert presenta a sus hijos a partir de los roles (que a sus ojos) que desempeñan: Meg (Linda Cardellini) es la inteligente, Kevin (Norbert Leo Butz) es el cabeza caliente, John es el cuidador, Danny es la oveja negra . Con cada nuevo episodio, sin embargo, parece que nos va a ir quedando claro que esos roles van a estar cambiando constantemente. John sin ir más lejos, y por lo que sabemos ya de él, solía ser el violento. Y Mendelsohn aporta una vulnerabilidad a Danny que sugiere que no siempre fue el «rebelde». Mientras cada hermano se alinea los unos contra los otros, también lo hacemos nosotros como espectadores. Y así es como comienzas a sentir lástima por Danny, o te revuelves contra Robert (del que por lo visto una gran revelación al final del segundo episodio hace cuestionar todas sus motivaciones).

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El ritmo que encauza Bloodline desde el principio  podría ser difícil de sostener, y hay momentos en los la serie parece estar más cerca de un «culebrón» familiar que del drama «noir» que se plantea, pero enseguida vuelve a encarrilar y lo dicho: nos va elaborando una tensión creciente que sólo nos lleva al pleno convencimiento de que no sólo Netflix sabe como acertar siempre sino que además nos permite agradecerles que hayan traído de vuelta la mirada triste y a la vez profunda de un Kyle Chandler al que muchos echábamos de menos desde el final de Friday Night Lights.

¿Y vosotros? ¿Habéis visto el estreno de Bloodline? ¿Qué os ha parecido?

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